Suelo tener sexo en la primera cita o, como mucho, en la segunda. El patrón que me encuentro siempre es el mismo: chicos que se lo curran un montón en las primeras citas, te wasapean los siguientes días, parecen muy interesados en volver a verte… hasta que hay sexo. Entonces, como por arte de magia, desaparecen de tu vida. Este… cruz, este… corazón, cruz, cruz, cruz… De repente, te ha llegado la tan esperada notificación de ese crush, esa coincidencia con alguien a quien también le has gustado. Sobre todo, porque internet nos permite esconder lo malo y lo secreto con una facilidad abrumadora. Si tienes pareja, no sales tanto -o nada- de copas, pero puedes meterte en una aplicación y conocer a decenas de personas moviendo un solo dedo. Las fotos pueden engañar, aunque no tanto; una pose, una expresión o una mirada te pueden dar alguna pista de cómo es esa persona. Las primeras conversaciones por chat, también dan pistas. Mejor no tomar decisiones virtualmente ni enamorarse antes de verse, si es posible.
Levante artículo ya fue guardado Para consultarlo en otro momento, visite su faja de usuario. Artículo guardado Para consultarlo en otro momento, visite su faja de usuario. Para mejorar sus facultad —y no dejar todo en las manos del destino— muchas personas han migrado a las aplicaciones de citas, las cuales buscan facilitar el ósculo entre dos personas afines. Si algún le gusta tiene que deslizar a la derecha o, en caso contrario, a la izquierda.
Fue al grano. Estaba ahí para satisfacerme. Pero nos llevamos tan bien que después incluso fuimos al bar y nos tomamos algo. Pero los expertos coinciden en que es una afición al alza. Pero ahora la madama también paga. Y se permite disfrutar. Fuente de la imagen, Getty Images Sin embargo, no hay estudios globales que pongan cifras al fenómeno. Existen informes aislados sobre el turismo venéreo femenino, sobre mujeres que acuden a Asia o al Caribe en búsqueda de acompañantes locales con los que mantener relaciones sexuales durante las asueto a cambio de dinero o regalos.