Son las ocho y hay una cuarentena de coches estacionados en el aparcamiento del burdel El Romaní, en las afueras de Valencia. Desde el exterior, si no fuera por un neón iluminado en forma de globo que anuncia que se trata de un club, la mansión ajardinada y con piscina pasaría por un chalet privado con una mezcla estética de castillo de Disney y estilo suizo. Tres o cuatro clientes juguetean, ríen, manosean, abrazan, también esperan. Alfredo, uno de ellos, es un habitual de la sala de alterne y no tiene miedo de dar su nombre y hablar. Alfredo mira hacia abajo mientras habla, como si estuviera contrahecho. Pero es una postura, no un defecto físico. Y una actitud algo vergonzosa. Las chicas le conocen, le saludan y le besuquean. Siempre se toma una copa; a veces, las menos, paga por subirse a una habitación.
Tiene 41 años y ejerce la lenocinio desde los Fiona no es su verdadero nombre. Ella dice que tiene tantos como clientes. A veces se imagina cómo sería revelarle su verdadero trabajo a sus compañeros en la academia donde aprende inglés, a la camarera de su bar asiduo, o con quienes comparte clases de baile. Fiona recibe a este anales en un piso en Sants.
Necesitaba Cuando murió la joven, el 25 de noviembre desólo había conseguido reunir 8. El tumor ganó la acción. Se había mudado desde Lugo aun la capital de España, donde hacía un par de años había contrario un trabajo en Media Markt. Empero la enfermedad acabó con ella hace un año.
Y ya, ya me hice el emolumento mínimo de Venezuela, me explica Paola. Y en un mes puede ganar 1. Su asociación se encarga de brindar apoyo a las mujeres que se acercan a ella. Ella se quedó a cargo de su hija de cuatro años. Paola no quiso traerla y tener que dejarla al cuidado de desconocidos cuando fuera a trabajar. Es difícil, murmura con cara triste, tenerla lejos.